Corazón roto
Podría pensarse que lo contrario del amor no es el odio, sino el fracaso amoroso. El sentimiento de pérdida que suele denominarse "desamor" es un tipo de duelo que puede ser muy difícil de sobrellevar. No sólo supone una pérdida en términos de situaciones futuras (la imposibilidad de volver a sentir y actuar de la misma manera estando con una determinada persona) sino que también nos hace cuestionar la autenticidad de todas las experiencias que hemos tenido en la compañía real o imaginaria de esa persona.
El sentimiento de tener el corazón roto es duro no sólo por los cambios materiales que lo acompañan, como el hecho de dejar de ver o ver mucho menos a una persona, sino también por las dudas existenciales que introduce en nosotros. ¿Hemos experimentado un amor no correspondido? ¿Ha cambiado la otra persona o hemos sido nosotros? ¿Nuestra relación tenía que terminar necesariamente, o podíamos haberla arreglado? ¿Hemos hecho algo para merecer que nos rompan el corazón?
No son preguntas que nos hagamos con el desapego con el que un científico estudia un grupo de células: son dudas originadas por una serie de sentimientos como la culpa, la tristeza y la decepción, y la forma en que las respondamos tendrá también un claro impacto emocional en nosotros.
¿Se puede curar un corazón roto?
Está claro que tener el corazón roto (o mejor dicho, tener el corazón roto nosotros mismos) tiene un gran impacto en nuestras vidas. ¿se quedarán estos sentimientos e ideas ahí para siempre? ¿Es irremediable que este malestar se vuelva crónico en nosotros?
El sentimiento de tristeza e impotencia puede ser asfixiante, pero, sin embargo, los corazones rotos pueden curarse. Sanar un corazón roto puede llevar tiempo y esfuerzo, pero es posible por una sencilla razón: al igual que el dolor emocional ha sido causado por una serie de comportamientos y pensamientos aprendidos, podemos desaprender todo lo que nos hace sentir mal.
Para poner manos a la obra con esta recuperación, más que centrarse en los consejos para curar un corazón roto, es importante centrarse en las ideas, en los principios vitales que deben acompañarnos en nuestro día a día. En última instancia, sólo se pueden dar consejos si se conocen las circunstancias de cada persona y se pueden examinar y discutir entre las dos partes.
La solución, pues, pasa por abrazar ciertas ideas y claves de vida que nos hagan reorganizar los esquemas con los que interpretamos nuestro entorno, a nosotros mismos y a los demás.
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