Ponerse rojo
No puedes creer las palabras que acaban de salir de tu boca. Seguro que no querías insultar a la mujer que está en la cola delante de ti, pero ya es demasiado tarde. ¿Qué te importa cuántos nuggets de pollo pida? Te mira con rabia. Sientes una repentina sacudida al aumentar tu ritmo cardíaco. Tienes un sabor cobrizo en la boca y tus mejillas empiezan a estar calientes. Tú, amigo mío, estás avergonzado, y te estás sonrojando por ello.
El rubor y la vergüenza van de la mano. Sentirse sonrojado es una respuesta tan natural a la autoconciencia repentina que, si no formara parte de una experiencia emocionalmente paralizante, casi podría pasarse por alto. Pero el rubor es único, y por eso los científicos quieren saber más sobre él. Aunque la psicología del rubor sigue siendo difícil de entender, sí comprendemos el proceso físico que conlleva. Así es como funciona.
El rubor por vergüenza se rige por el mismo sistema que activa la respuesta de lucha o huida: el sistema nervioso simpático. Este sistema es involuntario, lo que significa que no tienes que pensar para llevar a cabo el proceso. En cambio, mover el brazo es una acción voluntaria; tienes que pensar en ello, por muy fugaz que sea el pensamiento. Esto es bueno, porque si mover el brazo fuera involuntario, la gente acabaría comprando en las subastas un montón de cosas que no quiere.
Cierra los ojos durante uno o dos minutos
Imagina por un momento que la persona o las personas que te rodean y que pueden juzgarte por sonrojarte no existen. Esto puede relajarte lo suficiente como para evitar el rubor o ayudar a que desaparezca.
Evite temporalmente el contacto visual
Si sientes que te juzgan por sonrojarte, intenta evitar el contacto visual con la persona o personas que te hacen sentir incómodo. Al igual que el consejo anterior, este consejo puede ayudarte a relajarte lo suficiente como para que el rubor no comience o desaparezca.
Cómo dejar de sonrojarse
Sonrojarse es perfectamente normal y no es algo que debas sentir que tienes que cambiar de ti mismo. Sin embargo, si el hecho de ponerse rosa le impide hacer cosas cotidianas o afecta a su confianza, siga estos tres sencillos pasos para ayudar a reducir las posibilidades de ruborizarse:
Practica la autoconversión positiva
Sé positiva. Recuérdate a ti misma que estás perfectamente segura, que puedes hacerlo y que incluso si te ruborizas, es un acontecimiento momentáneo que termina en segundos", dice Hamer. Físicamente, el rubor es algo que sucede rápidamente y se desvanece con la misma rapidez, a menos que permitas que tu patrón de pensamiento lo aumente y lo mantenga. Reconoce el rubor y déjalo pasar: no le des la energía y el poder de arruinar tu momento".
Centrarse en lo externo
Escucha de verdad lo que dice la otra persona. Pronto estarás demasiado distraído como para preocuparte por unas mejillas que están más calientes que el sol. Recuerda también que la mayoría de la gente tiene que lidiar con su propio diálogo interno. Es posible que estén demasiado preocupados por el hecho de llegar tarde o por la escalera de sus mallas como para darse cuenta de que te has sonrojado.
Olvídate de la idea de que la gente te mirará por encima del hombro
Prueba esto: las investigaciones han demostrado que preferimos a las personas que se sonrojan, porque se las considera más fiables y honestas en cuanto a sus emociones. La gente también aprecia el hecho de que seas un poco tímido pero que te esfuerces por participar, y puede hacer que se sientan más tranquilos si se sienten un poco incómodos.
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