Sentirse culpable
La mayoría de la gente lo ha hecho, ya que los errores son normales en el crecimiento humano. Sin embargo, el sentimiento de culpa que se arrastra y ocupa un espacio en tu conciencia puede causar mucha agitación emocional y física.
Puede que conozcas mejor la culpa como el nauseabundo retorcimiento en el estómago que acompaña a la conciencia de que has hecho daño a otra persona. Tal vez también luches contra el autojuicio y la crítica recurrentes relacionados con tus recuerdos de lo sucedido y tu miedo a que los demás se enteren.
Como emoción, la culpa tiene mucho poder.
El sentimiento de culpa te ayuda a reconocer tus acciones y alimenta tu motivación para mejorar tu comportamiento. También puede llevarte a fijarte en lo que podrías haber hecho de otra manera.
Si nunca te has sentido capaz de confesar un error, el sentimiento de culpa puede aumentar hasta un grado casi insoportable.
Aunque la culpa a veces puede promover un crecimiento positivo, puede persistir y retenerte, mucho después de que los demás hayan olvidado o perdonado lo sucedido.
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Negarse a reconocer la culpa puede evitar temporalmente que se extienda a la vida cotidiana, pero enmascarar las emociones no suele funcionar como estrategia permanente. Para afrontar la culpa de verdad es necesario aceptar primero esos sentimientos, por muy desagradables que sean.
Prueba este ejercicio:
- Reserva un tiempo de tranquilidad para ti.
- Lleva un diario para anotar tus pensamientos.
- Dígase a sí mismo, o escriba, lo que ha sucedido: "Me siento culpable porque he gritado a mis hijos". "He roto una promesa". "Hice trampa en un examen".
- Abre mentalmente la puerta a la culpa, la frustración, el arrepentimiento, la ira y cualquier otra emoción que pueda surgir. Escribir lo que sientes puede ayudar.
- Siéntate con esos sentimientos y explótalos con curiosidad en lugar de juzgarlos. Muchas situaciones son más complejas de lo que parecen a primera vista, y desmenuzar el nudo de la angustia puede ayudarte a comprender mejor lo que realmente sientes.
- Si te cuesta reconocer la culpa, la meditación de atención plena y la escritura de un diario con regularidad pueden suponer una gran diferencia. Estas prácticas pueden ayudarte a familiarizarte con las emociones, facilitando la aceptación y la superación de las más incómodas.
Explorar el origen
Antes de que puedas navegar con éxito por el sentimiento de culpa, tienes que reconocer de dónde viene.
Es normal sentirse culpable cuando se sabe que se ha hecho algo mal, pero el sentimiento de culpa también puede arraigar como respuesta a acontecimientos con los que no se ha tenido mucho o nada que ver.
Admitir los errores es importante, aunque sólo los admitas ante ti mismo. Sin embargo, es igualmente importante tomar nota cuando te culpas innecesariamente de cosas que no puedes controlar.
La gente suele sentirse culpable por cosas de las que no pueden ser culpables. Puede que te sientas culpable por haber roto con alguien a quien todavía le importas, o porque tienes un buen trabajo y tu mejor amigo no encuentra trabajo.
El sentimiento de culpa también puede provenir de la creencia de que no has cumplido con las expectativas que tú o los demás han establecido. Por supuesto, este sentimiento de culpa no refleja el esfuerzo que has realizado para superar los retos que te impiden alcanzar esos objetivos.
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